Él lo hizo

Él lo hizo

martes

Introducción

Estas palabras, párrafos, capítulos..., hasta dónde ocupará aún no lo sé, intenta ser una respuesta, desde mi más profunda ignorancia, a un requerimiento que, de mí,  hace insistentemente el Señor desde hace un tiempo.
Es, en principio, el relato de la experiencia vivida  de un tiempo a esta parte, en la enfermedad, en la búsqueda del sentido del sufrimiento, del sentido de la vida, del sentido del sacramento de la unción.
Un itinerario no buscado sino, más bien, rehuido muchas veces. Un recorrido en el que el Señor no me ha dejado ni un momento y, durante el cual, ha respetado siempre los atajos erróneos, las paradas no establecidas, la vuelta a encrucijadas anteriores en un mar de dudas, intentos de abandono, incluso mis oídos, los del corazón, tapados para no escucharle.
Todo me lo ha permitido aunque su tristeza en muchos momentos, necesaria para mi reconocimiento del verdadero camino y transmitida a mi corazón, me llenó de un vacío tan inmenso que ahora sé que “sin ti me muero”.
Desde el desconocimiento absoluto del sacramento de la unción hacia el  descubrimiento de la profusión con que Jesús lo impartió y quiere que sea impartido, a través de una experiencia de Dios que ha transformado mi vida, una vez más, hasta llevarme a reconocer las palabras de Pablo, “no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”, con el anhelo más profundo de mi corazón.
La inmodestia y prepotencia que esta afirmación puede mostrar no es tal. Muchas de las experiencias que he de escribir, aún no sé si podré hacerlo, me han hecho pasar momentos de verdadera angustia, pensando que, perdida la razón, la locura me poseía.
Sólo sé que, después de muchas experiencias “sensibles”, muchas meditaciones y lecturas, vivencias en primera persona, “luces” que han iluminado mi corazón… y, sobre todo, mucha insistencia del Señor y urgencia (relativa, esto ocupa conscientemente dos años de mi vida pero inconscientemente quizá toda ella) no puedo esconderlo más, puedo abandonarlo y esperar que el tiempo se lo lleve o cumplir la voluntad del Señor.
Escojo cumplir su voluntad y, acurrucada en su regazo, “con Cristo escondida en Dios”, me dispongo a escribir mis vivencias.

Proceso

 

Como se describirá más adelante, comienza una experiencia superficial en torno al sacramento de la unción, experiencias, vivencias... Después una insistencia enorme del Señor a poner por escrito mi experiencia respecto al sacramento.
Llegado este momento me dispongo en oración, ante el Sagrario, y escribo, desordenadamente, en distintos momentos.
El Señor me insta a utilizar los dones recibidos para plasmar esta experiencia (profundiza, estudia y redacta, para esto te los di)
Escribo entonces la introducción y el resto, que comenzará a partir de ahora, pretende transcribir todo lo vivido en los momentos de oración y en el mismo orden (probablemente sin estructura alguna). Esto lo escribiré en cursiva. Las conclusiones personales después de la experiencia vivida, la meditación y el estudio estarán escritas con texto normal.
Las palabras del Señor, que me están guiando, las escribiré en negrita.
Sé cómo suena esto, yo misma lo he vivido desde el otro lado, y siento de corazón si a alguien pudieran ofender mis palabras o si alguien se siente engañado. No importa si piensas que estoy loca, pero si piensas que estas palabras son fruto de la soberbia o la prepotencia estás equivocado.
He sido y soy muchas veces prepotente, trato de corregirlo, pero en esta ocasión la sumisión y la obediencia son lo único que me guía, sed conscientes de que  “NO QUIERO ESCRIBIR ESTO”, de hecho la primera premisa es no dar a conocer mi nombre, porque no hablo en mi nombre, es el Señor quien quiere hablar a través de este escrito, quiero cumplir su voluntad  y, definitivamente, me ciñó de valor para hacerlo.

lunes

Escritos recogidos en oración


27 de octubre de 2010 ante el Sagrario

Tú quieres, Señor, que escriba sobre la unción. Tú me has dado a conocer este sacramento en mi vida y de muchas formas. Me instas, me urges, desde hace tiempo, “¡Has de hacer algo por la unción!”. Desoigo tus palabras, tu voluntad porque no sé qué quieres que haga.
Hoy me pongo ante ti, en este rato que Tú me concedes, fuera del mundo, cerca de ti, ante tu Altar, delante del Sagrario, libre de prejuicios sobre la unción, ni positivos ni negativos.
Despeja de mi alma y de mi corazón cualquier otro pensamiento. ¡Ayúdame Abbá a escucharte sólo a ti, escribiré lo que quieras.
Madre, acompáñame en estos momentos, de tu mano no tendré miedo, Tú me puedes guiar una vez más.
Tomo tu mano, Madre, Tú me la ofreces, vamos allá, allí me llevas, al fondo de mi corazón a la presencia del Señor.
Espíritu Santo ilumíname en este nuestro lugar, la estancia de mi descanso, mi instrucción, mi consuelo, de la fuente de mi vida y mi energía.
Señor Jesús, Hijo de Dios, ten piedad de mí, soy pecadora.
Pudo ser en una catequesis o para ella; tendría que explicar el sacramento de la unción. ¿Cómo explicar a los niños algo que a mí misma me producía temor?
El texto muy duro, incomprensible para mí.
La Guía del catequista, algo más, pero inasequible.
Pienso en saltarlo por encima.
Ocurre lo ismo con otras catequistas. La que no tiene duda se refiere a la extremaunción, cerca de la muerte.
Aún así, los niños no entienden el perdón de Dios, a través de la unción, en los asesinos, terroristas o “malos”.
Busco en el Catecismo, medito a luz de los textos, busco el origen de la Unción en el Evangelio, su instauración por parte de Jesús, pregunto “¡sólo en Santiago!”
Lo dejo.
Quizá empecé a comprender cuando seguí buscando par la catequesis de confirmación, estos muchachos no se iban a conformar…
Entonces el Señor me iluminó en cuanto a la unción con su Pasión, ¡tantas veces cuestioné las palabras de Pablo: “completar en mi carne lo que le falta a la Pasión de Cristo”
¿Qué le falta?, preguntaba. Nada. No tengo nada que completar porque nada le falta.
Muchas meditaciones y mucho tiempo más para comprender el significado del sufrimiento, su sentido en esta vida, en nuestro peregrinar errabundo y torpe por este mundo.
Muchos tropiezos, muchas quejas, mucho éxodo, mucho Moisés, mucho paralelismo…
En ese momento no me dispuso el Señor a alcanzar a más o quizá te rechacé, rechacé Tú propuesta.
Una vez más me conformo con tus enseñanzas, mi curiosidad queda satisfecha.
Llega el dolor profundo, la depresión, años después, subidas, bajadas, sufrimientos, enfermedades propias, familiares, primera experiencia de ti en el dolor, terrible reconocimiento del camino equivocado, me muestras Abbá, que ni siquiera me acerqué. Tú a mi lado, yo apoyada en ti, Tú sosteniéndome, no necesitaba más, no quería saber más.

domingo

Escritos recogidos en oración

3 de noviembre de 2010, en la parroquia, en soledad.

Frente al Sagrario, de nuevo pido tu ayuda, vacío…
No sé cómo seguir, no sé a quien pueda interesar esta experiencia, después de un rato, una sola indicación: “¡Acercamientos!” Te has acercado a la unción poco a poco, describe estos pasos.
Primer acercamiento: teoría básica
 Segundo acercamiento:: confusión, malos momentos, curación, no enfermedad, consagración, muerte no cercana
 Tercer acercamiento: Profundización
Cuarto acercamiento: búsqueda, necesidad, lucha por recibir la unción.  Una unción muy especial. El Señor insiste.
Quinto acercamiento: enfermedad a la luz de la Palabra. Contemplación
 Sexto acercamiento: Vivencia  (de la enfermedad) con la unción
Séptimo acercamiento: Vivencia (de la enfermedad) sin la unción
Este primer planteamiento de los acercamientos, irá cambiando a medida que, en la oración, escribo y escribo sin pararme a pensar.
Siempre pasa que cuando quieres estar solo aparece alguien y cuando estás solo no sabes qué hacer. Un día en que me las prometía muy felices, un par de horas para estar a solas ante el Sagrario y poder escuchar al Señor sin interrupciones. Realmente pasaba mucha gente a realizar sus tareas, todas ellas de gran importancia para el funcionamiento de la parroquia. En definitiva a solas quizá media hora, pero, aún con interrupciones, un buen rato.
Me traes a la soledad, en Tu presencia. Dudo, como siempre, tanteo para comprobar que es tu voluntad la que me trae aquí y no la mía. Guías mi día, me dejo llevar y aquí estoy.
Evangelio al azar: “Jesús se retira con sus discípulos hacia el lago…” (Mc3, 7 – 12)
Mucha gente - “había curado a muchos y cuantos padecían dolencias se le echaban encima para tocarlo. Los espíritus inmundos cuando lo veían se postraban ante Él y le gritaban ¡Tú eres el Hijo de Dios! (les prohibía descubrirlo).
Entre tantas meditaciones pendientes y lecturas, me instas y hoy me das el tiempo y la fuerza para no desoírte a ti y desoír al mundo que me rodea.
Unción, pasos.
La oración del Primer día que me pongo ante ti para la unción.
En oración, de rodillas, me gustaría postrarme, no estoy sola.
Tú quieres Señor que escriba sobre la Unción…
Mucho ruido.
¡Desoye, ven dentro, no tengas miedo, confía en mí!
Abandono…
Oración…
Desde el principio
¿Otra vez? ¿A quién puede interesar?
¡A mí!
Perdóname, Abbá, tuya soy, aquí estoy.
¡No desde tu principio, desde el mío! Milagros: curaciones, expulsiones de demonios, sanaciones todas ¿para qué me reconozcáis como Hijo de Dios?
QUIZÁ

 
Este descubrimiento ahora es personal, allí quedaron las curaciones y a ellos les prohibí proclamarlo.
¿Qué descubres tú en las curaciones?
La unción que me has dado a conocer.
Estas curaciones ayudan a creer por el egoísmo que os caracteriza y vuestro egocentrismo pero no era su finalidad.
¡La fe sana, no la sanación lleva a la fe!
En vuestra confusión os agarráis a lo tangible: Éste me ha sanado, Éste es importante, Éste tiene poder, creo en Él porque me sanó.
En aquél tiempo valía, ¡AHORA NO!
Tengo fe, amo a Dios sobre todas las cosas, acepto y conozco mi debilidad, me pongo en tus manos, confío en ti, te ofrezco mi dolor, acompáñame en él  -  Unción  -  dolor compartido -  consuelo  -    sanación segura, visible o no, tangible o no.
Relata, continúa con tu experiencia, con nuestra experiencia. Todo es necesario, lo ha sido y lo será.
¿Qué más vendrá, Abbá?
¿De verdad lo temes?
A Tu lado NO.
Releo el principio.
No sé por donde seguir. No recuerdo o no quiero recordar.
Para eso los acercamientos.

sábado

Primer acercamiento: Teoría básica

En el libro de catequesis de Infancia, no recuerdo qué ponía allí. ¡Búscalo!
En el libro de 3º “Nos fortalece en la enfermedad y ayuda a los que están cerca de la muerte”.
Esto era todo y así lo transmití el primer año que di 3º de Infancia. Aunque me inquietó mucho y antes de llegar a la sesión leí la guía del catequista y el Catecismo. Descubrí unas cuantas cosas que no sabía, que no creo muchos cristianos sepan, sobre la eutanasia y los cuidados paliativos sobre todo.
Persiste el tremendo error de que la Iglesia los prohíbe, lo he encontrado después muchas veces en amigos. Y, sin embargo, se presentan como un gran signo de amor. También sobre la desconexión y el prolongar la vida artificialmente cundo la muerte es clara.  
Sobre esto profundizaré porque mis recuerdos quizá no sean correctos, he de ir a la fuente cuando llegue el momento. Como todos, la desinformación es bárbara, el conocimiento de los dogmas de nuestra fe, escasos, se quedan en la catequesis que nos formó en la infancia, así no podemos dar razón de nuestra fe ni responder a quienes, sin conocimiento y sin temor, se ponen enfrente para desarmarnos. Esta desinformación sobre nuestra propia fe es fundamental en el desconocimiento de la unción.
Aún así, salvo la extremaunción, aún no vislumbré la unción como tal.
En este primer acercamiento pues, poco más de lo que ya entendía como unción (extremaunción) y un mayor conocimiento sobre los cuidados paliativos y la eutanasia.

viernes

Segundo acercamiento: Necesidad de saber más…

Para explicar  a los chicos de confirmación, mucho más críticos y exigentes para con mis respuestas, inquisitivos ante las dudas que les plantean a ellos.
Aumento de conocimiento en la formación.
Si te busco…
“¡Conocimiento de Dios quiero y no sacrificios!”
…te encuentro.
Muchos más datos, suficientes quizá para los chicos pero no experiencia de esta formación (teórica).
¡Podrías experimentar y después saber, pero he preferido que sepas, después experimentarás y vivirás este aprendizaje; entonces conocerás!
Saber teoría, conocer en uno mismo. Catequesis   -   transmisión de la experiencia, el saber está en los libros, el conocer en el corazón.
Ahora me recuerda mucho a algo que leí hace poco, lo busco, creo es apropiado.

…Si nos fijamos en nuestra interioridad, nos damos cuenta que tenemos distintos niveles de conciencia. Lonergan señala cuatro. El primero es el de la experiencia, el del contacto con el mundo a través de los sentidos. El segundo es el de la inteligencia, cuando llego a ‘comprender’, a ‘caer en la cuenta’ de algo, cuando algo se vuelve claro; es lo que Lonergan llama “insight”. Es lo que tiene lugar en ese momento del Eureka de Arquímedes, cuando de los datos dispersos saco una ‘forma’, que da sentido al conjunto de ellos. Esto es lo característico de las ciencias naturales, pero también a nosotros, en nuestra vida cotidiana, nos pasa con frecuencia, cuando se nos explica algo, come el teorema de Pitágoras, y le damos vueltas hasta que nos llega ese momento de luz y decimos "sí, ahora lo entiendo". Un tercer nivel de conciencia es el de la razón, que va más allá de la inteligencia, porque averigua si eso que se ha comprendido es verdad, se corresponde a la realidad, y afirmamos que la cosa ‘es’ así: llego a afirmar el ‘ser’ de la cosa. Ya no sólo digo que ‘he entendido’ la cosa, sino que ‘es’, ‘es cierto’; he valorado que se dan condiciones para afirmar que lo que he comprendido es cierto y así lo afirmo, digo que 'es'. El cuarto nivel de conciencia es el de la moral, cuando ya no sólo comprendo una cosa y afirmo que es real, sino también que es buena, que vale la pena y me decido por ella.
CONFERENCIA: LA EXPERIENCIA CRISTIANA DE DIOS Y EL DESAFÍO DEL ‘PENSAMIENTO DÉBIL’
BERNARD LONERGAN VS. GIANNI VATTIMO

Centro Cultural “Gloria Fuertes” Jueves 19 de febrero 2009
Publicado por Manuel Enrique Barrios Prieto
  
No puedo más que estar completamente de acuerdo con Lonergan. Si en otros campos del conocimiento de Dios no ha sido tan claro para mí, aunque probablemente se pueda vislumbrar cada uno de estos niveles de conciencia, en el caso de la unción ha sido así. (Supongo se descubrirá a través de los acercamientos, que, aunque en mayor número, se pueden agrupar en estos cuatro niveles).

jueves

Tercer acercamiento: La tribulación

Llegan “vacas flacas”. Enfermedad familiar (marido), muy mal asumida por él, la desoye después de la preocupación inicial, le engaño (sé que no fui justa, fue por amor y mentí y él creyó lo que le decía).
Enfermedad propia, necesaria operación (histerectomía) grandes dolores en el alma, recuerdo incesante de Pablo (mi hijo pequeño fallecido).
Operación, depresión, pastillas… Quiero estrellar el coche… ¡ANTES!
No recuerdo…
En el quirófano quiero morir, (ahora también pero no como entonces, ahora con Pablo (San Pablo) “para mí la vida es Cristo y una ganancia el morir, pero si he de estar aquí por voluntad de Dios, haciendo esto o aquello, no sé que prefiero”).
Entonces quise morir de verdad, no sentía fuerzas para afrontar nada más.

miércoles

Cuarto acercamiento: experiencia de Dios

Una noche larga después de dormir todo el día por la anestesia. Una imagen de la Sagrada Familia en la pared.
¿Por qué? (uno de mis últimos porqués, aun habría más; ahora nunca pregunto por qué a Dios, Él sabrá, yo acepto su voluntad, seguro es lo mejor para mí).
Mi vida entera repasada, buenos y malos momentos, desde pequeña, desde Madre o el Ángel que me libró de aquel hombre, abusos, llamadas de atención, exámenes, convivencias (entonces te dije sí para volverte a decir no), noviazgo… Siempre, siempre a mi lado, protegiéndome, consolándome, ayudándome y yo lo viví como lo más natural del mundo; ahora sé que esta gran gracia que está al alcance de todos, no es vivida, ni reconocida, ni escuchada, ni atendida, se esfuma…
Gracias Abbá por atraerme hacia ti incansablemente e insistentemente.
Enfermedad de los hijos, problemas familiares, drogadicción en la familia, muerte de mi hijo…
Pude alejarme en cualquiera de estos momentos, sin embargo más me aferré a ti, a pesar de mi inconsciencia.
Gracias, Señor, porque diste a entender estas cosas a los sencillos (simples, ignorantes de ti)
¿Y ahora, vas a marchar?
Un dolor profundo y confusión me invaden mucho, mucho tiempo. La Unción no pasa por mi mente, es para moribundos.

martes

Quinto acercamiento: el sentido de tanto sufrimiento.

Entre tanta confusión, días malos y buenos, me bombardeaste Señor.
Tu mano me sacó del abismo en medio de una meditación.
Olores en mi vida diaria, a incienso y azahar  -   ¿estaré loca? Una constante que dura hasta el día de hoy, cuando tus gracias me inundan hasta desbordarme.
(Hoy me volvió a consolar la lectura del Diario de Sor Faustina, su “celdita” -  mi “estancia”, sus “rehúsos” -  mis “noes”; “no querer mirar sus almas en el fuego”- “las mías en el espacio”; que otro haya tenido estas experiencias me consuela y me ayuda a no rechazarlas).
“Visiones y voz”: “Equivocáis la batalla” (hace poco encontré en San Pablo estas palabras y tantas otras que escuché en mis meditaciones).
Amor, que me hace romper a llorar; instrucción, contemplación, estancia, espíritus inmundos, burlones, las fuerzas del mal…
¡Cómo para no pensar estar loca! Tú me hiciste con mente lógica, razonadora, científico – matemática…
Finalmente Psicólogo   -    Lo escoges para mí, me empujas y me haces decir todo ¡NO TENGAS MIEDO! ¡Vale! Pensé, ¡de perdidos, al río! ¡Qué bien descansaré en un psiquiátrico!
Una fuerza, que no era mía, como tantas veces, me hace contar todo al psicólogo, que, al contrario de escandalizarse, me dice que soy una privilegiada. Esto sí que no lo esperaba, siempre andas descolocándome, no me extraña que Santa Teresita se sintiera como una pelota…
Amor, amor, amor que me destruye y me lleva al abismo de la confusión, en medio de la tempestad siempre anclada en ti, no por mi voluntad y mis fuerzas, no por mis méritos, así me querías Tú.
Todo lo que sabes no vale nada, ¡rómpelo!, ¡olvídalo!
¡Qué mezcla tan extraña reconozco ahora! ¡Qué felicidad y qué tormento! ¡Qué momentos de paz en la desdicha y que momentos de desdicha en la paz mundana!
Empiezo a sentir el sufrimiento de los demás. No puedo pasar al lado de alguien sin sentir su dolor, tan pronto me inunda una gran pena, como el llanto, como el dolor profundo. Sólo sé que no es mío ese dolor pero no puedo evitar no hacerlo mío. Siento el dolor del que pasa  por mi lado, de lo que veo en las noticias, de compañeros, familiares…
¿Para qué tanto sufrimiento?
Me enfado contigo, Tú lo puedes quitar de en medio y lo permites ¿Por qué? Este sí mi último porqué.
En mi Pasión está vuestra salvación, en mi sufrimiento está vuestra salvación, en vuestro sufrimiento la salvación de tantos… ¿Quieres sufrir conmigo?
No más porqués, todavía muchos paraqués, esta situación,  qué quiere de mí;  esta otra, para qué. Hoy también borrado.
Como me diste el ser obediente, me encantaría que me dijeses claramente: haz esto, esto y esto, pero claro, no está en tus planes, me llevas a la profundización y discernimiento a la luz del Espíritu.
¡Abandona todo, a ti misma también!
Sufrimiento equivale a salvación de los otros.

lunes

Sexto acercamiento: a la luz de la Palabra y en la Comunión de los santos.

Visita a las monjitas de Lerma.

Reconocimiento del dolor causado por un NO en su momento. Mi espíritu de punta, mi cuerpo en depresión galopante.
Por aquel entonces sólo me consolaba abrir al azar la Biblia y vivir mi vida diaria según lo que ese día podía leer en las páginas que escogías para mí.
Escuchaba en el coche las canciones de las monjitas que me acercaban a ellas y con ellas cantaba, vivía, pedía, aprendía en la vida diaria.
El ratito de estar con ellas a través de sus canciones, me mostró la importancia de la comunión de los santos y de las oraciones de unos para con otros, perfume para ti.
Entonces aparece el árbol, un árbol al que debo ir, en cada meditación el mismo árbol. Sé que es una encina, pero es especial. Busco imágenes de encinas y, allí esta. La encina milenaria.
Creo recordar haber pedido la unción pero, no contemplada y aparentemente no bien pedida o no sé porqué, probablemente por el desconocimiento del sacramento, no la recibí).
Pues en mi camino, una vez más, los medios, la encina está donde mi hija juega un campeonato, durante un puente y mi marido no puede ir.
De forma inesperada, incoherente para lo que es mi vida familiar (nunca sola) voy a ir cuatro días sola a un hotel. Única obligación, asistencia a los partidos. Escojo el mejor momento para ir a la encina. ¡Y aquí estoy!
Escuchando y rezando con las monjitas de Lerma y leyendo las lecturas que me ofrecías, dejándome bien claro que no estás en una encina o lugar determinado sino en todas partes y siempre conmigo, llevándome a una paz enorme y en medio de ella a un objetivo:  ¡Recibe la Unción y sigue!

domingo

Séptimo acercamiento: viviendo la petición de la unción.

Pido la unción, no se me niega tampoco pero siento el… no sé qué de no convencimiento.

12 de noviembre de 2010: después de la Eucaristía.


Tú me dices “la Unción”.
Después de la Eucaristía, en acción de… no sé qué con esta turbación interior te busco y no te encuentro.
Tú a un lado, yo enfrente, en medio de un río de niños desbocados, no me miras.
¡Elévate! ¡Aquí!
Miro arriba, encuentro tu mirada, miro abajo, los niños no son tales, miles de bestias, en estampida. Los dejo, vuelvo a ti.
¡Lo siento! Tu mirada como siempre, quiere regañarme y se entristece. Quiero conocer tu voluntad, quiero seguirla, ayúdame. Hoy, “el que no tome su cruz y me siga se perderá”. Tomo mi cruz y te sigo, estoy cansada ¿qué quieres que haga?
Lo sabes ¡UNCIÓN! 
Ya va cambiando Abbá, ya están en ello los que saben, los encargados de hacerlo llegar.
¡UNCIÓN!
Como Tú digas, siento mucha culpabilidad por la desobediencia, por la no escucha, por la no atención a tus bondades y gracias pero, es tan fuerte ¿Qué hago con tantos brazos?, no sé que quieren, pesan, si son almas las pongo en tus manos, si no, líbrame de ellos pero no para dejarlos en otro. No puedo evitar mandar ¿verdad?
¡UNCIÓN!
No sé ni por donde iba, no quiero releer todo esto, sólo vuelvo a mi oración.
Abbá, a tus manos encomiendo mi espíritu, envía al Espíritu para que venga yo a saber lo que quieres que escriba.
Madre, tómame y guíame, a ti me abandono, contigo me abandono.
Era después de la encina, pedí la unción por sms, al llegar a Madrid me dijo que sí, pero entonces pensé que no era correcto. No sabía porqué no lo era. Pedí libros y profundicé en el sacramento.
Participación en la Pasión de Cristo, corredención con Él, ofrecer el propio sufrimiento.
No podía con mi dolor, mi sufrimiento interior, con la vergüenza de saber que no era nada al lado del tuyo.
Razoné, estudié, leí profundicé. Me encontré con la hemorroísa y allí me quedé.
Sentí que estaba robando el sacramento y que no me correspondía, ¡lo siento tanto!
Entonces decidí no recibirlo y, días después, durante la Consagración pasas a mi lado, pones tu mano sobre mi cabeza, haces la Señal de la Cruz, Yo te doy la Unción ¿qué más quieres? (Me recuerda al ciego de Jericó, ¿qué puedo hacer por ti?)
¿Qué hago con ella?
Participa de mi Pasión, ofrece tu sufrimiento por la salvación de otros.
Desde entonces así lo hago
En este acercamiento aprendo que Unción es distinto de Consagración, distinto de consagrar tu vida a Dios.
(Sentía la idea equivocada  de consagrarme al Señor a través de la Unción, ciertamente lo confundí pero ese no es el fin del sacramento. Probablemente me equivocó la canción de las monjitas que dice “consagrada en mi Espíritu ve y haz tú lo mismo…”)
Vivir la enfermedad con paciencia, alegría, unida a Cristo en la Cruz, pero en la suya no en la mía, la mía eliminada.
SUFRIMIENTO  -  inaceptable en nuestra vida de bienestar.
Un tiempo de mucha paz, otro de no tanta, como siempre subo y bajo, pero tu

continua presencia y tus dones, consuelos, que me hacen percibir el Reino y me llevan a no querer estar aquí.
“Contigo en el cielo ¿qué quiero de la Tierra?” 




sábado

Octavo acercamiento: catequesis

Ahora llegan estas catequesis para los niños, sobre la unción, no pienso pasarla por alto. No voy a prepararla, me encomiendo al Señor. No sé que pasa, soy feliz, siento enorme paz, los chicos no se asustan, La catequesis va bien. Trato de descubrir que hubo en ella, no soy capaz.

viernes

Noveno acercamiento: Recibo la Unción

Finalmente un tumor en la cabeza me lleva a recibir la Unción.
Quizá por el conocimiento que Dios me dio del sacramento, por la preparación, por la fe que me ha dado, porque no tengo miedo a la muerte (ahora, otro regalo tuyo Abbá) vivo la enfermedad con calma y alegría.
Es la octava operación quirúrgica. Jamás la había vivido así, aún siendo cirugías menores.
Siempre miedo a despertar o a no despertar, inquietud, malhumor, mal despertar.
Esta novena intervención, rápida, recuperación asombrosa, anestesia: un sueño fantástico en manos de Dios, y paz, y paz, y mucha paz.

miércoles

Décimo acercamiento: recaída

 

Se pasan unos días, recaída, infección, operación urgente. Con la fuerza de la Unción reciente soy capaz de ofrecer a Dios mi dolor unida a Cristo pero, sin recibirla, esta vez todo es distinto.
¿Qué me dio la unción?
Al final...
Muchas notas inconexas, la instancia a retomar de todo un poco y expresar de otra forma, ya a través del estudio y la profundización en distintos aspectos, lo que la unción supone y tantas otras cosas.
Lo afrontaré  a partir de este punto.

domingo

Jesús y su humanidad.

 En paralelo a esta insistencia sobre la Unción, me inquieta una pequeña “luz” nueva que llega a través de varias homilías y lecturas.

Una cuestión, entre tantas otras, que son expresadas, que llegan a mis oídos y que no me plantean actividad intelectual alguna.
Siguiendo los niveles de conciencia de Lonergan, no llegan ni al primer nivel porque los sentidos no provocan una reacción en mí.
La disposición a escuchar está en declive y más aún la disposición a analizar lo que se escucha.
“Jesús era un hombre como nosotros, igual en todo excepto en el pecado”.
“Oído” tantas y tantas veces, aceptado pero no hecho mío, no analizado ni vivido como tal.
Unas palabras de Isaías despiertan mi interés:
“Pues bien, el Señor mismo va  a daros una señal: Mirad una doncella está encinta y va a dar a luz un hijo, al que pondrá por nombre Emmanuel. Comerá cuajada y miel hasta que sepa rehusar lo malo y elegir lo bueno.” (Is 7, 14 – 15)
Esta curiosidad me lleva a indagar sobre la infancia de Jesús.
En los evangelios, sólo en Lucas algún apunte: “El niño crecía y se fortalecía, llenándose de sabiduría; y la gracia de Dios estaba sobre Él.” (Lc 2, 40)
De aquí, al bautismo en el Jordán, un hueco, de unos 30 años, en la vida de Jesús. De este tiempo sabemos se fortalecía, se llenaba de sabiduría y aprendía a rehusar lo malo y elegir lo bueno, estando la gracia de Dios sobre Él.
Necesitando algo más e informándome primero sobre la no validez de los Apócrifos, con el único objetivo de saber acerca de su humanidad, me aventuré en alguno de ellos, siendo consciente de mi total ignorancia y evitando interiorizar como válido dato alguno.
Son innumerables los escritos apócrifos, pero leí por encima los evangelios árabes y armenios sobre la infancia y el evangelio de Tomás, el más señalado en cuanto a la infancia de Jesús.
Muchas coincidencias, mucho milagro, casi mágico tal como me dijeron, pero que deja vislumbrar la humanidad de Jesús.
Jesús nació, como nosotros, hombre, sin bien es cierto sin pecado y con una concepción inmaculada, por obra y gracia del Espíritu Santo; Pero… ¿Él lo sabría o no?  ¿Como niño – hombre tuvo que aprender a distinguir el bien del mal? Parece que sí, que así lo quiso Dios Padre. ¿Tuvo que aprender quién era? ¿Tuvo que buscar a su Padre hasta saber de quién era hijo?
Estos treinta años de vida oculta, lejos de alejarnos de Él, siento nos podrían  acercar y en gran medida.
Como nosotros, nació hombre, revestido de carne, con cuerpo sangre y alma, (su humanidad) y lo que le diferenciaba (su divinidad) era, probablemente ignorada por Él en un principio (no sé donde me estoy metiendo pero algo me impulsa a seguir, evitando la fuerza de mis creencias), Él tuvo que descubrir quién era.
Quedándome con una mínima parte de los Apócrifos descubro cómo aprendió a rehusar el mal y a escoger el bien, cómo fue educado por distintos maestros a los que superaba con creces.
Ahora imagino: Jesús nace, como uno cualquiera de nosotros, sin conciencia de su divinidad y sin conciencia de la gracia de Dios que lo acompañó siempre. Poco a poco, aunque mucho más deprisa que nosotros, por voluntad de Dios Padre, fue descubriendo, a través de su estudio, de las cosas que, sin saber podía hacer, hacía y gracias al Espíritu Santo que reposaba en su alma en exclusividad hasta Pentecostés, quién era. Gran conocedor de las Escrituras llega a reconocer en ellas su propia vida y se abandona completamente al Padre que lo guía hasta el final.
El hermano mayor, el Unigénito y Primogénito, el Primero en todo, el que nos abre las puertas del cielo, en el que Dios Padre recapitula todo para nuestra salvación, en el que Dios Padre nos habla, el que estaba con Dios desde el principio, el que marca el camino. El camino, la verdad, la vida.
Aventuro: el que busca la medida en que somos capaces de recibir el Espíritu, el que lo envía a nuestra medida, el único capaz de Dios hasta Pentecostés, el que nos hace capaces de Dios, el que nos hace coherederos con Él, el que nos hace hijos de Dios, el que comparte con nosotros su divinidad, el que nos ama de tal forma que no podemos ni imaginar, el que nunca nos abandona ni nos abandonará hasta llevarnos, con Él y en Él, al Padre en la unidad del Espíritu Santo. El que pasando por nuestra humanidad vendrá a juzgarnos según la capacidad de esta humanidad, que bien conoce, y de la divinidad que nos haya correspondido compartir con Él…
El paralelismo  que aparece delante de mí ahora es grande, muy grande.
Paralelismo entre:
·         La historia del pueblo de Israel y mi propia historia o la de un hombre cualquiera.
·         La historia del pueblo de Israel y la historia de la humanidad.
·         La historia de la humanidad y mi propia historia o la de un hombre cualquiera.
·         La vida de Jesús y lo que debería ser mi vida o la de un hombre cualquiera.
·         La vida de Jesús y lo que debería ser la historia de la humanidad.
·         La vida de Jesús y la historia del pueblo de Israel cuando termine.
·         El misterio mismo de Jesús y el misterio de cada hombre.
·         El misterio de su encarnación y nuestra “encarnación”
·         El misterio de cada uno de los misterios que rezamos y el misterio de nuestra humanidad –divinidad concedida.
                  No puedo ir más allá, todo me sobrepasa. Sólo sé que empiezan a tomar forma algunas expresiones: “La Economía de la Salvación”,”las edades del hombre” “la mayoría de edad del hombre”…
Y reconozco en Jesús “Ecce Homo”, que aparece ante mí, a toda la humanidad recogida en Él, al  hombre perfecto, al hermano mayor que pasa por el sufrimiento, esa palabra que nos horroriza, pero, en definitiva el camino, la verdad, la vida como es, esa que tanto nos afanamos por adornar…               

Y es en Él en quien tenemos que mirar nuestra propia vida. Conocerle, amarle más cada día, como Él nos amó hasta dar su vida por nosotros, vivir como Él vivió, amando, escucharle, a Él, la Palabra, y aprender a vivir de su mano, sabiendo que Él lo hizo y nos hizo capaces y está siempre a nuestro lado.
Es, creo, muy importante reconocer la humanidad de Jesús, igual a la nuestra, no semejante, no, igual, exceptuando el pecado. Saber que pasó, al menos,  por lo mismo que pasamos nosotros y hacernos uno con Él en el sufrimiento natural del hombre.
Quizá todo esto parezca fuera de lugar pero creo es fundamental para entender el sufrimiento y la importancia de la unción que Él no tuvo y a nosotros se nos otorga y relegamos a un lado.

sábado

Jesús y los sacramentos.

Roger  Van de Weyden, Tríptico de los siete sacramentos
Del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica:
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LOS SACRAMENTOS DE INICIACIÓN CRISTIANA

Bautismo

253. ¿Cómo se prefigura el Bautismo en la Antigua Alianza?
1217-1222
En la Antigua Alianza se encuentran varias prefiguraciones del Bautismo: el agua, fuente de vida y de muerte; el arca de Noé, que salva por medio del agua; el paso del Mar Rojo, que libera al pueblo de Israel de la esclavitud de Egipto; el paso del Jordán, que hace entrar a Israel en la tierra prometida, imagen de la vida eterna.
254. ¿Quién hace que se cumplan estas prefiguraciones?
1223-1224
Estas prefiguraciones del bautismo las cumple Jesucristo, el cual, al comienzo de su vida pública, se hace bautizar por Juan Bautista en el Jordán; levantado en la cruz, de su costado abierto brotan sangre y agua, signos del Bautismo y de la Eucaristía, y después de su Resurrección confía a los Apóstoles esta misión: «Id y haced discípulos de todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo» (Mt 28, 19-20).
255. ¿Desde cuándo y a quién administra la Iglesia el Bautismo?
1226-1228
Desde el día de Pentecostés, la Iglesia administra el Bautismo al que cree en Jesucristo.
Observaciones: Jesús se hace bautizar por Juan, instaura el bautismo confiando a los apóstoles esta misión. Jesús no bautizó, debía enviar el Espíritu.

Confirmación

265. ¿Qué lugar ocupa la Confirmación en el designio divino de salvación?
1285-1288
1315
En la Antigua Alianza, los profetas anunciaron que el Espíritu del Señor reposaría sobre el Mesías esperado y sobre todo el pueblo mesiánico. Toda la vida y la misión de Jesús se desarrollan en una total comunión con el Espíritu Santo. Los Apóstoles reciben el Espíritu Santo en Pentecostés y anuncian «las maravillas de Dios» (Hch 2,11). Comunican a los nuevos bautizados, mediante la imposición de las manos, el don del mismo Espíritu. A lo largo de los siglos, la Iglesia ha seguido viviendo del Espíritu y comunicándolo a sus hijos.
Observaciones: hasta Pentecostés el único confirmado, sobre el que reposaba el Espíritu, más aún, “concebido por obra y gracia del Espíritu Santo”, fue Jesús. Jesús no confirmó hasta el envío del Espíritu en Pentecostés desde el Reino de los Cielos.

Eucaristía

271. ¿Qué es la Eucaristía?
1322-1323
1409
La Eucaristía es el sacrificio mismo del Cuerpo y de la Sangre del Señor Jesús, que Él instituyó para perpetuar en los siglos, hasta su segunda venida, el sacrificio de la Cruz, confiando así a la Iglesia el memorial de su Muerte y Resurrección. Es signo de unidad, vínculo de caridad y banquete pascual, en el que se recibe a Cristo, el alma se llena de gracia y se nos da una prenda de la vida eterna.
272. ¿Cuándo instituyó Jesucristo la Eucaristía?
1323
1337-1340
Jesucristo instituyó la Eucaristía el Jueves Santo, «la noche en que fue entregado» (1 Co 11, 23), mientras celebraba con sus Apóstoles la Última Cena.
273. ¿Cómo instituyó la Eucaristía?
1337-1340
1365, 1406
Después de reunirse con los Apóstoles en el Cenáculo, Jesús tomó en sus manos el pan, lo partió y se lo dio, diciendo: «Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo que será entregado por vosotros». Después tomó en sus manos el cáliz con el vino y les dijo: «Tomad y bebed todos de él, porque éste es el cáliz de mi Sangre, Sangre de la Alianza nueva y eterna, que será derramada por vosotros y por todos los hombres, para el perdón de los pecados. Haced esto en conmemoración mía».
274. ¿Qué representa la Eucaristía en la vida de la Iglesia?
1324-1327
1407
La Eucaristía es fuente y culmen de toda la vida cristiana. En ella alcanzan su cumbre la acción santificante de Dios sobre nosotros y nuestro culto a Él. La Eucaristía contiene todo el bien espiritual de la Iglesia: el mismo Cristo, nuestra Pascua. Expresa y produce la comunión en la vida divina y la unidad del Pueblo de Dios. Mediante la celebración eucarística nos unimos a la liturgia del cielo y anticipamos la vida eterna.
Observaciones: Jesús instituyó la Eucaristía en la Última Cena y sólo la impartió en vida esa vez.

LOS SACRAMENTOS DE CURACIÓN


295. ¿Por qué Cristo instituyó los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos?
1420-1421
1426
Cristo, médico del alma y del cuerpo, instituyó los sacramentos de la Penitencia y de la Unción de los enfermos, porque la vida nueva que nos fue dada por Él en los sacramentos de la iniciación cristiana puede debilitarse y perderse para siempre a causa del pecado. Por ello, Cristo ha querido que la Iglesia continuase su obra de curación y de salvación mediante estos dos sacramentos.
Observaciones: ¿Por qué asumimos que, a través del pecado, nos debilitamos continuamente y no consideramos de igual forma la enfermedad del cuerpo?

Reconciliación

298. ¿Cuándo fue instituido este sacramento?
1485
El Señor resucitado instituyó este sacramento cuando la tarde de Pascua se mostró a sus Apóstoles y les dijo: «Recibid el Espíritu Santo. A quienes perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos» (Jn 20, 22-23).
Observaciones: Jesús sí perdonó los pecados de muchos, generalmente asociando el perdón a la curación de las enfermedades que se consideraban fruto del pecado.

Unción

313. ¿Cómo es considerada la enfermedad en el Antiguo Testamento?
1499-1502
En el Antiguo Testamento, el hombre experimenta en la enfermedad su propia limitación y, al mismo tiempo, percibe que ésta se halla misteriosamente vinculada al pecado. Los profetas intuyeron que la enfermedad podía tener también un valor redentor de los pecados propios y ajenos. Así, la enfermedad se vivía ante Dios, de quien el hombre imploraba la curación.
314. ¿Qué significado tiene la compasión de Jesús hacia los enfermos?
1503-1505
La compasión de Jesús hacia los enfermos y las numerosas curaciones realizadas por él son una clara señal de que con él había llegado el Reino de Dios y, por tanto, la victoria sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte. Con su pasión y muerte, Jesús da un nuevo sentido al sufrimiento, el cual, unido al de Cristo, puede convertirse en medio de purificación y salvación, para nosotros y para los demás.
Observaciones: “sobre el pecado, el sufrimiento y la muerte” ¿Por qué nos saltamos el sufrimiento? El sacramento de la Reconciliación para el pecado y la Unción en peligro de muerte y ¿para el sufrimiento continuo, propio de la naturaleza humana? Jesús impartió con gran profusión la Unción en todos sus aspectos.
315. ¿Cómo se comporta la Iglesia con los enfermos?
1506-1513
1526-1527
La Iglesia, habiendo recibido del Señor el mandato de curar a los enfermos, se empeña en el cuidado de los que sufren, acompañándolos con oraciones de intercesión. Tiene sobre todo un sacramento específico para los enfermos, instituido por Cristo mismo y atestiguado por Santiago: «¿Está enfermo alguno de vosotros? Llame a los presbíteros de la Iglesia, que oren sobre él y le unjan con óleo en el nombre del Señor» (St 5, 14-15).
316. ¿Quién puede recibir el sacramento de la Unción de los enfermos?
1514-1515
1528-1529
El sacramento de la Unción de los enfermos lo puede recibir cualquier fiel que comienza a encontrarse en peligro de muerte por enfermedad o vejez. El mismo fiel lo puede recibir también otras veces, si se produce un agravamiento de la enfermedad o bien si se presenta otra enfermedad grave. La celebración de este sacramento debe ir precedida, si es posible, de la confesión individual del enfermo.
Observaciones: ¿Sólo en la enfermedad grave o la muerte? Es decir, ¿sólo cuando normalmente el enfermo no es consciente y no puede entender lo qué significa lo que está haciendo y no puede ofrecerlo voluntariamente?

LOS SACRAMENTOS AL SERVICIO DE LA COMUNIÓN Y DE LA MISIÓN

Orden

324. ¿Cómo se sitúa el sacramento del Orden en el designio divino de la salvación?
1539-1546
1590-1591
En la Antigua Alianza el sacramento del Orden fue prefigurado por el servicio de los levitas, el sacerdocio de Aarón y la institución de los setenta «ancianos» (Nm 11, 25). Estas prefiguraciones se cumplen en Cristo Jesús, quien, mediante su sacrificio en la cruz, es «el único [.....] mediador entre Dios y los hombres» (1 Tm 2, 5), el «Sumo Sacerdote según el orden de Melquisedec» (Hb 5,10). El único sacerdocio de Cristo se hace presente por el sacerdocio ministerial.
«Sólo Cristo es el verdadero sacerdote; los demás son ministros suyos» (Santo Tomás de Aquino).
Observaciones: Jesús es el único sacerdote que se hace presente, a partir de su muerte y resurrección, por el sacerdocio ministerial.

Matrimonio

337. ¿Cuál es el designio de Dios sobre el hombre y la mujer?
1601-1605
Dios, que es amor y creó al hombre por amor, lo ha llamado a amar. Creando al hombre y a la mujer, los ha llamado en el Matrimonio a una íntima comunión de vida y amor entre ellos, «de manera que ya no son dos, sino una sola carne» (Mt 19, 6). Al bendecirlos, Dios les dijo: «Creced y multiplicaos» (Gn 1, 28).
338. ¿Con qué fines ha instituido Dios el Matrimonio?
1659-1660
La alianza matrimonial del hombre y de la mujer, fundada y estructurada con leyes propias dadas por el Creador, está ordenada por su propia naturaleza a la comunión y al bien de los cónyuges, y a la procreación y educación de los hijos. Jesús enseña que, según el designio original divino, la unión matrimonial es indisoluble: «Lo que Dios ha unido, que no lo separe el hombre» (Mc 10, 9).
340. ¿Qué enseña el Antiguo Testamento sobre el Matrimonio?
1609-1611
Dios ayuda a su pueblo a madurar progresivamente en la conciencia de la unidad e indisolubilidad del Matrimonio, sobre todo mediante la pedagogía de la Ley y los Profetas. La alianza nupcial entre Dios e Israel prepara y prefigura la Alianza nueva realizada por el Hijo de Dios, Jesucristo, con su esposa, la Iglesia.
341. ¿Qué novedad aporta Cristo al Matrimonio?
1612-1617
1661
Jesucristo no sólo restablece el orden original del Matrimonio querido por Dios, sino que otorga la gracia para vivirlo en su nueva dignidad de sacramento, que es el signo del amor esponsal hacia la Iglesia: «Maridos, amad a vuestras mujeres como Cristo ama a la Iglesia» (Ef 5, 25)

Conclusiones

·         Jesús recibe el Bautismo en el Jordán de manos de Juan y, en la Cruz lo hace brotar para nosotros. Jesús no bautiza a nadie en su vida pero envía a los apóstoles a bautizar a la gente en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo.
·         Jesús, concebido por obra y gracia del Espíritu Santo, es el primer Confirmado. Pero Él no confirma a nadie hasta que envía el Espíritu Santo en Pentecostés.
·         Jesús instituye la Eucaristía en la Última Cena, después nos pide: “Haced esto en conmemoración mía”.
·         Jesús perdonó los pecados de muchos y dio el mandato  a los apóstoles para perdonar los pecados.
·         Jesús curó muchas enfermedades, sanando a la vez alma y cuerpo, se apiadaba, sentía compasión, y, dejándose muchas veces a sí mismo y sus necesidades, se dedicó con enorme profusión a sanar enfermos. Envió a los discípulos a proclamar el Evangelio, a curar enfermedades y a expulsar demonios.
·         No constituyó sacerdotes hasta el envío del Espíritu Santo.
·         Restablece el orden original del matrimonio pero no casa a nadie.
·         Jesús nos da los sacramentos haciendo que se cumplan en Él las prefiguraciones, instituyéndolos y constituyéndolos.
·         Los sacramentos de la Iglesia son el fruto del sacrificio redentor de Jesús en la Cruz.
·         Los sacramentos de curación (Penitencia y Unción) constituyen la continuación de la obra de curación y salvación de Cristo.
·         ¿Por qué son los dos sacramentos a los que menos gente se acerca, siendo los que Jesús impartió continuamente durante los tres años de su vida pública?
·         Está siempre la voluntariedad de cada uno pero, en la base, está el desconocimiento de estos sacramentos y, quizá, su planteamiento.
Intentaré plasmar lo que surge en mis meditaciones y de mi propia experiencia.