Él lo hizo

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miércoles

Jesús y la Unción: “Unción en Betania”

Durante algo más de un año, tiempo atrás, cada vez que abría la Biblia buscando consuelo, aparecía la Unción en Betania o la lectura en que  María derrocha el perfume por puro amor “Al que más ama, más se le perdona”.
No encontraba guía en la lectura para mi obrar diario, sí consuelo. Estar a los pies del Señor era suficiente.
Distintas interpretaciones a lo largo de este tiempo: desde el Señor me quiere así, a sus pies, orante, sin buscar nada más, hasta el “aún no te acerques a mí o no eres digna de mí”.
Distintos pasajes pero la misma imagen en la meditación, la de María Magdalena cuando encuentra a Jesús Resucitado y quiere abrazarle pero Jesús se lo impide todavía.
Una mezcla de consuelo y angustia, a sus pies pero sin Él, con Él pero en la distancia, verle pero no tocarle, indignidad…

En oración 13 de noviembre de 2010


Tanto tiempo, Señor, a tus pies como María Magdalena, ungiéndote los pies con perfume y enjugándolos con mi cabello o queriendo ungirlos, buscándolos, y no pudiendo. ¡He de ir al Padre! – me decías, y sin saber qué querías de mí.
Como siempre, primero mi egocentrismo, buscando qué significaba para mí.
Pasamos así mucho tiempo, me reconocí pecadora, te pedí, a tus pies, perdón por mis pecados, cuando la humildad fue suficiente, aunque no la adecuada, arrepentimiento verdadero y realmente mi corazón a tus pies, no sólo yo físicamente, sino en verdad a tus pies, perdonaste mis pecados.
Más de un año ante la Unción e incapaz de mirarte a ti, de escucharte a ti, tu voluntad y cumplirla.
Ahora, de nuevo, me muestras la Unción en Betania, me llevas hasta allí.
Ya te expliqué para ti. ¿Puedes mirarla ahora desde mí?
¡Mírame, aquí clavado, esperándote, aquí, en el sagrario, ofreciéndome a ti. ¡Sal de ti! ¡Entra en mí!
La Unción en Betania fue signo de mi unción, sí, anunciaba mi muerte, sólo ella, sin saber, sin entender, manifestó su amor intuyendo la pérdida.
María me ungió con perfume, el Espíritu estaba en mí, pero, como hombre, necesitaba la unción, su fuerza, su consuelo, la comunión de los hermanos, vuestro amor.
Tantas veces expulsé demonios y curé enfermos y sólo quería el signo de la unción, aunque aparentemente vacío, derramando vuestro amor en mi corazón.
Otros signos, quizá de la unción de Jesús: el Cireneo, la Verónica, Madre, llanto de las mujeres, vinagre y hiel…

En oración 15 de diciembre de 2010: Yo soy la unción – dice Jesús.


Recibido el signo en Betania, al igual que la plenitud del Bautismo y la Eucaristía tiene lugar en la Cruz, la plenitud de la Unción comienza en Getsemaní y, desde allí, hasta mi muerte.
La unción es la participación voluntaria en mi Pasión.
La unción es compartir vuestros sufrimientos en comunión conmigo, por la salvación de los hermanos.
Voluntaria y conscientemente acepté entregar mi vida en Getsemaní, momento del ofrecimiento “Si quieres haz que pase de mí este cáliz, pero no se haga mi voluntad sino la tuya”
Abbá quiso que me entregara al sufrimiento, en Él, aunque supusiera la oscuridad, para vuestra salvación.
De mi decisión dependió vuestra salvación y, con la fuerza del Espíritu, a través de la obediencia, por amor, me entregué por vosotros.
El sufrimiento físico y psíquico, la humillación, la soledad, el abandono, ofrecidos a Dios para vuestra salvación, en silencio, obedeciendo, en oración interior, cumpliendo su voluntad. “Como cordero, llevado al matadero, no habría la boca”
¿Qué diferencia hay entre las curaciones y expulsiones de demonios y la Pasión?
La salvación corporal es fruto del Espíritu y de la fe de quien la imparte y la recibe.
La expulsión de demonios, la limpieza de corazón, el perdón de los pecados, fruto de la unción voluntaria; la conversión, es el fruto mayor de la unción cuando el sufrimiento es aceptado, consentido y ofrecido por la salvación de otros.
En las curaciones y limpiezas el sufrimiento ofrecido era el de hombres que aún no habían recibido el Espíritu, una ayuda a la conversión personal de quien era curado y quien era testigo, a su vez producían temor y envidia especialmente de los más sabios que tenían el corazón cerrado. Intervenía el sujeto de la curación o limpieza y la sanación era para él o ella como premio a su fe, una fe incipiente.
Mirarle en la Pasión y descubrir que Él, Jesús es la Unción…

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