“La mies es mucha y los obreros pocos. Rogad, pues, al Dueño de la mies que envíe obreros a su mies.” (Mt, 9, 37 – 38).
“Después de esto (de explicar la exigencia de la vocación apostólica a los discípulos), designó el Señor a otros setenta y dos y los envió por delante, de dos en dos, a todas las ciudades y sitios adonde Él había de ir…
…curad los enfermos que haya en ellas y decidles: El Reino de Dios está cerca de vosotros…
…Señor, hasta los demonios se nos someten en tu nombre…
…pero no os alegréis de que los espíritus se os sometan; alegraos de que vuestros nombres estén inscritos en los cielos….
…”Yo te bendigo, Padre, Señor del cielo y de la tierra, porque has ocultado estas cosas a sabios e inteligentes y se las has revelado a ingenuos y sencillos”…
…¡Dichosos los ojos que ven lo que veis!... (Lc 10, 1 – 24)
Pero… (Los hombres siempre tenemos un “pero”) “¿Por qué nosotros no pudimos expulsarle? Díceles: “Por vuestra poca fe” (Mt 17, 14 – 21).
Quizá sea esto lo que debemos explicar y entender, El Reino está cerca de nosotros, en nuestro corazón y, es en la enfermedad con la ayuda del Espíritu, cuando más nos podemos acercar a este Misterio.
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