Él lo hizo

Él lo hizo

martes

Introducción

Estas palabras, párrafos, capítulos..., hasta dónde ocupará aún no lo sé, intenta ser una respuesta, desde mi más profunda ignorancia, a un requerimiento que, de mí,  hace insistentemente el Señor desde hace un tiempo.
Es, en principio, el relato de la experiencia vivida  de un tiempo a esta parte, en la enfermedad, en la búsqueda del sentido del sufrimiento, del sentido de la vida, del sentido del sacramento de la unción.
Un itinerario no buscado sino, más bien, rehuido muchas veces. Un recorrido en el que el Señor no me ha dejado ni un momento y, durante el cual, ha respetado siempre los atajos erróneos, las paradas no establecidas, la vuelta a encrucijadas anteriores en un mar de dudas, intentos de abandono, incluso mis oídos, los del corazón, tapados para no escucharle.
Todo me lo ha permitido aunque su tristeza en muchos momentos, necesaria para mi reconocimiento del verdadero camino y transmitida a mi corazón, me llenó de un vacío tan inmenso que ahora sé que “sin ti me muero”.
Desde el desconocimiento absoluto del sacramento de la unción hacia el  descubrimiento de la profusión con que Jesús lo impartió y quiere que sea impartido, a través de una experiencia de Dios que ha transformado mi vida, una vez más, hasta llevarme a reconocer las palabras de Pablo, “no vivo yo, es Cristo quien vive en mí”, con el anhelo más profundo de mi corazón.
La inmodestia y prepotencia que esta afirmación puede mostrar no es tal. Muchas de las experiencias que he de escribir, aún no sé si podré hacerlo, me han hecho pasar momentos de verdadera angustia, pensando que, perdida la razón, la locura me poseía.
Sólo sé que, después de muchas experiencias “sensibles”, muchas meditaciones y lecturas, vivencias en primera persona, “luces” que han iluminado mi corazón… y, sobre todo, mucha insistencia del Señor y urgencia (relativa, esto ocupa conscientemente dos años de mi vida pero inconscientemente quizá toda ella) no puedo esconderlo más, puedo abandonarlo y esperar que el tiempo se lo lleve o cumplir la voluntad del Señor.
Escojo cumplir su voluntad y, acurrucada en su regazo, “con Cristo escondida en Dios”, me dispongo a escribir mis vivencias.

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