Finalmente un tumor en la cabeza me lleva a recibir la Unción.
Quizá por el conocimiento que Dios me dio del sacramento, por la preparación, por la fe que me ha dado, porque no tengo miedo a la muerte (ahora, otro regalo tuyo Abbá) vivo la enfermedad con calma y alegría.
Es la octava operación quirúrgica. Jamás la había vivido así, aún siendo cirugías menores.
Siempre miedo a despertar o a no despertar, inquietud, malhumor, mal despertar.
Esta novena intervención, rápida, recuperación asombrosa, anestesia: un sueño fantástico en manos de Dios, y paz, y paz, y mucha paz.
No hay comentarios:
Publicar un comentario