Él lo hizo

Él lo hizo

domingo

Séptimo acercamiento: viviendo la petición de la unción.

Pido la unción, no se me niega tampoco pero siento el… no sé qué de no convencimiento.

12 de noviembre de 2010: después de la Eucaristía.


Tú me dices “la Unción”.
Después de la Eucaristía, en acción de… no sé qué con esta turbación interior te busco y no te encuentro.
Tú a un lado, yo enfrente, en medio de un río de niños desbocados, no me miras.
¡Elévate! ¡Aquí!
Miro arriba, encuentro tu mirada, miro abajo, los niños no son tales, miles de bestias, en estampida. Los dejo, vuelvo a ti.
¡Lo siento! Tu mirada como siempre, quiere regañarme y se entristece. Quiero conocer tu voluntad, quiero seguirla, ayúdame. Hoy, “el que no tome su cruz y me siga se perderá”. Tomo mi cruz y te sigo, estoy cansada ¿qué quieres que haga?
Lo sabes ¡UNCIÓN! 
Ya va cambiando Abbá, ya están en ello los que saben, los encargados de hacerlo llegar.
¡UNCIÓN!
Como Tú digas, siento mucha culpabilidad por la desobediencia, por la no escucha, por la no atención a tus bondades y gracias pero, es tan fuerte ¿Qué hago con tantos brazos?, no sé que quieren, pesan, si son almas las pongo en tus manos, si no, líbrame de ellos pero no para dejarlos en otro. No puedo evitar mandar ¿verdad?
¡UNCIÓN!
No sé ni por donde iba, no quiero releer todo esto, sólo vuelvo a mi oración.
Abbá, a tus manos encomiendo mi espíritu, envía al Espíritu para que venga yo a saber lo que quieres que escriba.
Madre, tómame y guíame, a ti me abandono, contigo me abandono.
Era después de la encina, pedí la unción por sms, al llegar a Madrid me dijo que sí, pero entonces pensé que no era correcto. No sabía porqué no lo era. Pedí libros y profundicé en el sacramento.
Participación en la Pasión de Cristo, corredención con Él, ofrecer el propio sufrimiento.
No podía con mi dolor, mi sufrimiento interior, con la vergüenza de saber que no era nada al lado del tuyo.
Razoné, estudié, leí profundicé. Me encontré con la hemorroísa y allí me quedé.
Sentí que estaba robando el sacramento y que no me correspondía, ¡lo siento tanto!
Entonces decidí no recibirlo y, días después, durante la Consagración pasas a mi lado, pones tu mano sobre mi cabeza, haces la Señal de la Cruz, Yo te doy la Unción ¿qué más quieres? (Me recuerda al ciego de Jericó, ¿qué puedo hacer por ti?)
¿Qué hago con ella?
Participa de mi Pasión, ofrece tu sufrimiento por la salvación de otros.
Desde entonces así lo hago
En este acercamiento aprendo que Unción es distinto de Consagración, distinto de consagrar tu vida a Dios.
(Sentía la idea equivocada  de consagrarme al Señor a través de la Unción, ciertamente lo confundí pero ese no es el fin del sacramento. Probablemente me equivocó la canción de las monjitas que dice “consagrada en mi Espíritu ve y haz tú lo mismo…”)
Vivir la enfermedad con paciencia, alegría, unida a Cristo en la Cruz, pero en la suya no en la mía, la mía eliminada.
SUFRIMIENTO  -  inaceptable en nuestra vida de bienestar.
Un tiempo de mucha paz, otro de no tanta, como siempre subo y bajo, pero tu

continua presencia y tus dones, consuelos, que me hacen percibir el Reino y me llevan a no querer estar aquí.
“Contigo en el cielo ¿qué quiero de la Tierra?” 




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